"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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15-09-2016 |
Situación de Jihad Diyab
Eres libre, caballo salvaje
Soledad Platero
A la hora que escribo esta columna, un grupo de allegados a Jihad Diyab debería estar reuniéndose con autoridades de la cancillería.
Él, mientras tanto, agoniza. Su salud se deteriora rápidamente (está haciendo una severísima huelga de hambre que incluye la abstención de líquidos, y no permitió que se lo re hidratara con suero) y ya dijo que no está dispuesto a ceder: o se junta con su familia en el exterior, o se muere. Y se va a morir. En la cara de todos, mientras la pelota pasa de uno a otro y todo el mundo explica que no tiene la culpa, el tipo se va a morir.
Entre los recuerdos más desesperantes de mi adolescencia está la huelga de hambre de Adolfo Wasen Alaniz, hacia el final de la dictadura. Wasen tenía 38 años y estaba enfermo de un cáncer diagnosticado a destiempo y nunca bien atendido. Había sufrido dolores insoportables y sabía que no había retorno, así que hizo lo único que podía hacer en sus circunstancias: se transformó en bandera. Empezó una huelga de hambre por la libertad de todos los presos políticos.
Nadie fue liberado, por cierto (tampoco él, que tenía las horas contadas), pero su sacrificio puso la cuestión de los presos en primer plano. Muchos que vivían de espaldas a la existencia de lugares como el Penal de Libertad o el de Punta de Rieles terminaron, finalmente, sabiendo lo que eran las cárceles del régimen.
Diez años después, en 1994, durante el gobierno de Lacalle, la huelga de hambre de los tres vascos que esperaban la deportación a España sensibilizó a miles de uruguayos que se movilizaron contra la extradición y fueron salvajemente reprimidos por la Policía en las cercanías del hospital Filtro.
Adolfo Wasen, Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez y Luis Lizarride estaban presos y dispusieron de la única herramienta que tenían para dar batalla: sus propios cuerpos.
Jihad Diyab, se nos dice, es un hombre libre. Extraña libertad la de ese individuo que no tiene a su familia, no tiene un trabajo, no tiene ingresos propios, no tiene a nadie con quien conversar en su propia lengua sobre sus propias cosas. No tuvo, tampoco, la libertad de dejar Uruguay.
Es difícil entender cómo pudo haberse hecho todo tan mal desde el primer minuto. Cómo ahora estamos viendo morir en vivo y en directo a un hombre que fue secuestrado, recluido y torturado durante 12 años, que fue liberado en Uruguay gracias a un acuerdo en el que no participó (sería una infamia decir que él aceptó, de algún modo y como si hubiera tenido margen de acción, las condiciones de su salida de Guantánamo) y que una y otra vez vio frustrados sus esfuerzos por encontrarse con su familia en un lugar menos hostil, menos incomprensible.
Es difícil entender la pasividad con que hemos asistido a su tormento. O tal vez se deba, sencillamente, a que Jihad existe en otra dimensión.
A que su existencia se despliega, fantasmal e increíble, en la esfera del espectáculo y la curiosidad.
A que se materializa apenas en el espacio contrastado por la reafirmación de nuestras buenas cualidades (la solidaridad, la tolerancia, los valores republicanos, la siestera tranquilidad del país laico) y la retorcida ingratitud ajena.
¿Cómo no valoró lo que le dimos?
¿Cómo puede preferir volver a Siria? ¿Por qué pide ir a Turquía, donde no lo quieren?
¿Por qué prefiere morir, incluso, antes que seguir siendo libre entre nosotros?
Es la pesadilla surrealista de este tiempo: multitudes que quieren irse, que se mueven en bloque, que terminan presas, confinadas, que salen en la tele, que son asistidas, contadas, medidas, fotografiadas, vacunadas y, finalmente, deportadas o mantenidas en retenes eternos mientras su destino se discute en foros y audiencias globales.
Es la paradoja de la desterritorialización tecnológica y la violenta territorialización de la vida, con sus burocracias nacionales y supranacionales, sus muros de concreto, sus alambres de púas, sus campamentos a los costados de las vías o en las orillas de los mares. Un mundo hiperconectado que tira abajo la percepción que solíamos tener de la distancia y, al mismo tiempo, multiplica los controles migratorios, lleva al ridículo las normativas sobre equipajes y obliga a cientos de personas cada día a descalzarse, sacarse el cinturón y hacerse desnudar en el escáner de cada aeropuerto.
En las últimas horas se supo que Jihad no será recibido en Qatar ni en Líbano, y no es probable que lo acepten tampoco en Emiratos Árabes, a donde llegaron en agosto 15 hombres procedentes de Guantánamo.
La semana próxima su hija, que vive en Turquía, va a casarse, y él no va a estar allí. Y nosotros, anonadados, absortos, seguiremos sin entender qué fue lo que pudo haber fallado, si fuimos tan generosos y le ofrecimos un país tan tranquiloFuente: La diaria, 13-9-2016
"Coma superficial" y suero para Jihad Diyab
AFP/ Dante Fernández
El observador/ Septiembre 15, 2016 05:00
El refugiado se desmayó ayer en su apartamento tras un mes de huelga de hambre; de acuerdo a su voluntad no fue internado
Como era previsible luego de un mes de huelga de hambre y 11 días sin ingerir líquidos, el exrecluso de Guantánamo Jihad Diyab ingresó ayer en estado de "coma superficial", razón por la que debió ser atendido en el apartamento en el que vive en el Centro de Montevideo por personal de la Administración de los Servicios de Salud del Estado ( ASSE ) y del Sindicato Médico del Uruguay (SMU).
Diyab, que inició la huelga de hambre como vía para reclamar que el gobierno encuentre un país que lo reciba para reencontrarse con su familia, se desvaneció ayer al mediodía. Las personas que lo acompañan llamaron al servicio de emergencia de ASSE y poco después llegaron las doctoras Julia Galzerano y Teresa Sandar, inegrantes de la Comisión de Derechos Humanos del SMU, que ya tenían previsto ir a verlo.
"Está en un coma superficial, lo que quiere decir que no tiene un compromiso neurológico importante. Se le hicieron varios análisis (sangre, glicemia y función renal) que dieron bastante bien. Se le aplicó suero para hidratarlo. Hay que ver cómo evoluciona", dijo Galzerano a El Observador.
De acuerdo a la voluntad de Diyab que fue transmitida a los médicos por las personas que lo acompañan, los profesionales no lo trasladaron a un centro asistencial más allá de que eso "sin dudas hubiese sido lo mejor", expresó Galzerano.
Los allegados al exrecluso de origen sirio quedaron a cargo de su cuidado con ciertas instrucciones y en contacto con los médicos. La Comisión de Derechos Humanos del SMU prevé visitarlo, a partir de hoy, dos veces por día para seguir de cerca su evolución.
"Tenemos que respetar la voluntad de la persona. Hay que esperar la evolución y ver si despierta para saber cuál es su reacción y si decide o no seguir con la huelga de hambre", dijo la médica.
Diyab, que estuvo preso en Guantánamo durante 12 años por su supuesta vinculación con grupos terroristas islámicos, llegó a Uruguay a fines de 2014 junto a otros cinco exreclusos que recibieron la calidad de refugiados por decisión del entonces presidente José Mujica.
"Lo posible y más"
El canciller interino, José Luis Cancela, destacó ayer que Uruguay "ha hecho todo lo posible y más para tratar de brindar las mejores respuestas" a Diyab pero "lamentablemente" hasta el momento ningún país aceptó recibirlo junto a su familia.
El canciller Rodolfo Nin Novoa se encuentra en misión oficial en Estados Unidos y "va a extremar sus esfuerzos a los efectos de obtener la mayor cooperación posible también de parte de las autoridades estadounidenses", dijo Cancela ayer en rueda de prensa.
El subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores indicó que Nin Novoa "está preocupado por el desarrollo de estas gestiones" y apelará "a los mayores niveles posibles a los efectos de ver si hay algún otro país dispuesto a acoger a este señor". "Tenemos la situación de seis refugiados, pero la situación de este señor es especial, preocupante y difícil", admitió Cancela sobre Diyab.
El entorno
La información sobre el desmayo que sufrió Diyab ayer el mediodía fue dada a conocer a través de la red social Facebook por un grupo que se autodenomina "Vigilia por Jihad Diyab".
"Apelamos más que nunca a la solidaridad del pueblo uruguayo y a la solidaridad internacional. Su estado de salud empeora drásticamente", indicaron en el posteo.
El martes, el interlocutor entre los refugiados y el gobierno, Christian Mirza y el abogado estadounidense de Diyab, Jon Eisenberg, alertaron que algunas de las personas que están en el entorno del ciudadano sirio quieren usar su caso con intencionalidad política . "Me parece que hay intencionalidad política, o más bien una irresponsabilidad absoluta", criticó Mirza.
"Lo alteraron; está mal psíquicamente"
El presidente José Mujica dijo el fin de semana en una entrevista con VTV que no se arrepiente de haber traído a Uruguay a JIhad Diyab porque "estaba en una cárcel inmunda". "Mi error fue pensar que estos eran como aquellos inmigrantes que bajaban de los barcos y venían a trabajar. Lo alteraron psíquicamente, lamentablemente está muy mal", sostuvo el exmandatario y actual senadopr del MPP.
Fuente: http://www.elobservador.com.uy/coma-superficial-y-suero-jihad-diyab-n971630